viernes, 18 de julio de 2008

Imperdible de Fontanarrosa (gracias maximilanodos)

" Mi amiga Colette solía decir, y hace ya mucho tiempo, "Estamos entrando en la edad del nunca me había pasado"... Y es así. Decimos: "Es curioso. Nunca me había pasado, me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna. Escuchamos: "Es notable. Nunca me había pasado. Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos.Es que, así como se habla de un Primer Mundo y de un Tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cual es el Segundo, nosotros hemos pasado de la Primera Edad a la Tercera sin recalar por la Segunda y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento. El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante. Calculamos: - "Cuánto hace que se mudó Ricardo a su nueva casa?". Y arriesgamos: - "Tres, cuatro años". Hasta que alguien, conocedor, nos saca de la duda:"Catorce". Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle: - "Tu pibe debe andar por los seis, siete años". - "Tiene diecinueve - nos contesta el amigo - Vení Tacho!”. Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla.
Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon: "El tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa". Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse. Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer. Es que muchos de esos ciertos momentos son muy viejos. Y por lo tanto vale recordar el consejo dado por Javier Villafañe cuando alguien le preguntó cómo hacía para conservarse tan joven pasados los ochenta años. - "No me junto con viejos", respondió el maestro. Yo quiero agregar lo que un día dijo Jean Louis Barrault, famoso mimo francés, "La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo".-
Publicado por: maximilianodos Julio 18, 2008 10:27 AM
http://weblogs.clarin.com/almacen/archives/2008/07/ese_numero_magico.html

miércoles, 16 de julio de 2008

Editorial Topía presenta
Luz en la selva
La novela familiar de Enrique Pichon Rivière
De Vicente Zito LemaParticipan: Horacio Gonzalez, Joaquín Pichon Rivière y Marcelo PerciaCristina Banegas leerá fragmentos del libro
Coordinación: Alejandro Vainer
Miércoles 16 de julio, 20:30 hs
Teatro del Pueblo, Diagonal Norte 943
CEREMONIAS Y SEÑALES
Este libro pretende lo imposible: convertirse en una ceremonia de resurrección.Bien se dice: aunque el puerto sea el infierno, lo maravilloso del alma es su viaje.De allí que una novela sobre la vida de un tercero esté escrita en primera persona.Hubo que ponerse en la piel del otro. El escritor desaparece de sí, mientras que ese otro,un personaje vivo, en plena luz de escena, aunque esté muerto y oscuroen la oscuridad de la muerte, provoca la vida.La vida que se produce también necesita un espacio, un cuerpo.Allí esta el lector. Que para entrar en la ceremonia debe estar vivo, hablo de una potencia de vida que se expresa en los actos, y tener paciencia y pasión.Primero, la pasión que corresponde a la muerte (una pasión triste), y de inmediato la pasión que nace de los espíritus vivos (la pasión alegre).O sea: un lector que reconstruye la vida del otro, aquel que escribió (diría Freud, va paso a paso sobre su mecanismo de creación); haciéndose a la vez cargo, ¡vaya carga!,de la vida de quien está en lo escrito, y que ahora es mucho más que un personajeen la realidad de la muerte, en tanto marcó la vida de quien escribe (en la escritura quedan las huellas), y marca también la vida de quien lee. (Desde la lectura se alzanlas huellas del amor o del desprecio.)Escribir y leer sobre "el otro", puede ser entonces la pretendida ceremonia de resurrección, con toda su angustia, porque se admite, como punto de partida,que en esa angustia yace la esencia del ser, y que la poesía nombrada una yotra vez en el libro, es un dialogo con la muerte por fuera de la piedad, imposibleen la resignación.Señales: Los diálogos entre él "narrador" y el "narrado" son reales y son un sueño.Es decir que son materiales, de una manera y de otra manera sucedieron. (¡Y aquí yano importa quien está en la vida y quien está en la muerte!).Pagina tras página. El camino de la vida es el camino de la vuelta. O en el cielo se encuentra el infierno. Lo admito, la novela no fue gestada así, pero puede leerse así. Hay venenos dulces.La poética, sin ella nada existe, puede reconstruirse a partir de las Rapsodias ySonatinas. (Así también la razón puede pulirse en los cristales del delirio.)Nada aquí ocurre por sí, sin la realidad de los otros que la constituye como sí. Por ello pueden leerse inicialmente las "otras voces", que es el espacio público, y desde ahí entrar en el corpus de la subjetividad, el relato propiamente dicho. Y aquí surgen, por lo menos, tres posibilidades: ser el narrador, ser el que narra, o dar un salto a través de la espiral y construir un nuevo cuerpo (digamos un alma, "alma que tanto te han herido"., ¡ oh, frágil, palito del violín!...), que legitima la tercería, el ojo que mira desde la cerradura y permite que aquello que sucedió, suceda.Por último: ¿Por qué no guiarnos con la necesidad de la belleza, como el beato y como el poseído que con sus estrellas levantan su cielo.?Por más último: ¿Por qué no dejarse llevar por el azar, o por el destino, o por el viento que mueve las páginas del libro.?Post Scriptum: ¿Por donde entraré yo en este libro, si quiero salir del libro y escribir lo que falta escribir de la novela familiar del otro -querido Pichón-, siempre que no caiga de cabeza en el pozo de la melancolía que acecha al hombre que escribe.?
Vicente Zito LemaMarzo de 2008

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